miércoles, 3 de marzo de 2010

SOLEDADSOLEdadSOledadsoledad...cada vez me haces más pequeña


Desde donde yo vivo nunca se ve la noche. Ni siquiera en las noches más oscuras cuando las nubes deciden ahogar la ciudad y nos dejan sin estrellas y sin luna. Mirad si es de fantasía que aún sin contar con el único astro que puede iluminarnos yo puedo ver hasta las gotas caer.


Me gusta mucho más el día que la noche, pero confieso que me agobia poder ver incluso cuando ésta cae. Adivino hasta la lámpara de Ikea del vecino del 4º del bloque de enfrente. Y me maldigo un poco por pensar que quien viva en la esquina sólo me ve cuando fumo inspiración en solitario o cuando acudo al funeral de mis plantas después de haberlas asesinado. Desnudarme no me ve, eso lo hacen los demás vecinos, pero me da igual dado que no conozco a ninguno. Siempre he sabido que tengo algo de exhibicionista.


De verdad os prometo que no es normal, desde mi sótano hay más luz durante la noche que durante el día. Lo único que se ajusta a lo habitual en el resto del planeta es que, eso sí, es mucho más solitario. Y eso, aún siendo más normal tampoco me gusta.

2 comentarios:

Trafalgar dijo...

Cuando cae la noche, pasamos al otro lado de la existencia. Y es ahí donde ocurren las cosas más fantásticas y maravillosas que se puedan vivir o imaginar.

Particularmente me encanta la noche.

Ana_SepulvedaG dijo...

Yo confieso que me encanta la noche. Porque todos los gatos son pardos y puedes fantasear sin que te deslumbre el sol de realidad en toda la cara.
El día parece más ético y la noche nos confunde.